sábado, 22 de septiembre de 2018

Antípatris o Afec

Resultado de imagen de AntipatrisLa palabra de Samuel llegó a todo el país. Por entonces salió Israel a la guerra contra los filisteos y acamparon en Ebenézer, mientras los filisteos acamparon en Afec. Los filisteos formaron frente a Israel, la batalla se extendió e Israel fue derrotado por los filisteos. Abatieron en el campo unos cuatro mil hombres de la formación. Cuando la tropa volvió al campamento, dijeron los ancianos de Israel: « ¿Por qué nos ha derrotado hoy el Señor frente a los filisteos? Traigamos de Siló el Arca de la Alianza del Señor. Que venga entre nosotros y nos salve de la mano de nuestros enemigos». El pueblo envió gente a Siló para que trajeran de allí el Arca de la Alianza del Señor del universo, que se sienta sobre querubines. Allí, junto al Arca de la Alianza de Dios, se encontraban Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí. Cuando el Arca de la Alianza del Señor llegó al campamento, todo Israel prorrumpió en un gran alarido y la tierra se estremeció. Los filisteos oyeron la voz del alarido, y se preguntaron: « ¿Qué es ese gran alarido en el campamento de los hebreos?». Y supieron que el Arca del Señor había llegado al campamento. Los filisteos se sintieron atemorizados y dijeron: «Dios ha venido al campamento». Después gritaron: «¡Ay de nosotros!, nada parecido nos había ocurrido antes. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos poderosos dioses? Estos son los dioses que golpearon a Egipto con todo tipo de plagas en el desierto. Filisteos, cobrad fuerzas y portaos como hombres, para que no tengáis que servir a los hebreos, como os han servido a vosotros. Portaos como hombres y luchad». Los filisteos lucharon e Israel fue derrotado. Cada uno huyó a su tienda. Fue una gran derrota: cayeron treinta mil infantes de Israel. El Arca de Dios fue apresada y murieron Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí. (1Sam 4, 1-11).

Afec siempre ha sido una fortaleza estratégica debido a su ubicación geográfica. Se encuentra en el nacimiento del río Jarcón, lo cual causa el bloqueo de tráfico en la costa y obliga a la autopista costera internacional a pasar a través de un estrecho entre el río y las montañas. 

Las dos rutas costeras del sur de Afec son también obligadas a converger aquí y continuar hacia el Monte Carmelo. La naturaleza estratégica de este lugar continuó a través del periodo Turco, y la fortaleza fue construida por el soberano Otomano Suleyman El Magnifico.

En el periodo de bronce final, los egipcios establecieron un puesto para vigilar la autopista. Excavaciones descubrieron un sin número de inscripciones de esta “casa del gobernador.” 

Tiempo después, Afec fue el lugar en donde acamparon los filisteos cuando pelearon contra los israelitas y capturaran el Arca del Pacto de Yahweh (1Sam 4). 

Al final del reino de Saúl, los filisteos se reunieron de nuevo aquí y David no fue autorizado para unirse en la batalla en contra de los israelitas (1Sam 29).

Cuando Herodes el Grande se convirtió en Rey (37-4 a.C.), el reconstruyó Afec y la llamo ciudad de Antípatris en honor a su padre Antipater. Hallazgos arqueológicos han revelado la calle principal de la ciudad con tiendas a ambos lados de la vía. 

Imagen relacionadaDespués que Pablo fuera arrestado en Jerusalén, los romanos sacaron a Pablo de la ciudad para evitar un complot para matarlo (Hch 23). La tropa lo llevo a Antípatris (a medio camino) antes de continuar hasta Cesarea el día siguiente. La ciudad fue destruida en 363 d.C. por un terremoto.

Los cruzados también reconocieron el valor estratégico del área y construyeron un castillo en la colina con vista hacia el sitio antiguo. Este castillo se llamó “Migdal Afec” (Torre de Afec) y fue construido sobre una fortaleza judía del tiempo de la primera revuelta judía (66-70 d.C.). 

El castillo también es conocido como “Mirabel” (vista hermosa). La mayoría de las ruinas que se pueden ver hoy son del periodo turco.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Mosaico que describe a Jesús como "Dios".

El mosaico en homenaje al “Dios Jesucristo” es uno de los primeros registros de la creencia en la divinidad de Cristo de los primeros siglos de la era cristiana. La escritura data del año 230 d.C. El “reconocimiento” de la divinidad de Jesucristo sólo fue oficializado por la Iglesia en el Concilio de Nicea, en el 325d.C.

La pieza fue descubierta en 2005, en la región de la aldea de Othnay, cerca de Megido, en el norte de Israel.

Cancelada por la Autoridad de antigüedades de Israel y la Universidad de Tel Aviv, formaba parte del suelo de lo que se cree que es una iglesia que funcionaba en una casa.

Sólo ahora ella será abierta al Público. Son tres inscripciones en griego, que dicen: “Akeptous, la devota, dedica la mesa a Dios, Jesucristo, como memorial”. Akeptous es el nombre de una mujer que donó su mesa para la celebración de la cena, explican los arqueólogos. El mosaico era como una “placa de homenaje”.

El Dr. Yotam Tepper de la Universidad de Haifa, que encabezó la excavación, explica que el mosaico probablemente era parte de una sala de oración en la casa de una familia cristiana. Como era costumbre en la época, esas casas eran el centro de la comunidad cristiana antes de que los primeros templos cristianos fueran construidos en el siglo IV.

Las imágenes de los peces, uno de los símbolos cristianos más comunes en la Iglesia primitiva, también están presentes en el mosaico. el ‘Icthys (término griego para pez) era usado como un mensaje cifrado en un periodo dónde había persecución creciente. El acrónimo usa las letras iniciales de la frase griega: “Jesucristo, Hijo de Dios, el Salvador”.

Se cree también que el descubrimiento de ese mosaico ayuda a mostrar que, aunque tradicionalmente hostil al culto cristiano, Había tolerancia en aquella aldea situada en un campamento militar romano.

“Aquí, los romanos tenían hasta oficiales cristianos”, dijo Tepper. “La persecución puede haber sido exagerada o acudió más tarde aquí”. Hay indicios de que el donante del mosaico habría sido un centurión romano llamado Gaianus, también llamado “Porophrius, nuestro hermano”. esto confirmaría la tolerancia y hasta la adhesión del soldado en aquella época.

sábado, 8 de septiembre de 2018

Templo de Herodes III

Imagen relacionadaBajando cinco escalones se pasaba del patio de los sacerdotes al patio de Israel, que rodeaba al primero por tres lados. Al norte y al sur era de cuarenta codos de ancho y al este sólo de once codos. Una galería de diez codos de ancho, sustentada por espléndidas columnas de mármol, corría alrededor de este patio, probablemente también por el lado oeste, y proporcionaba refugio del sol y la lluvia. Sólo se admitía aquí a los hombres y sólo al rey se le permitía sentarse.

Al este de este patio frente a la casa de Dios (12) se alzaba una soberbia puerta, la más hermosa de todas, que según Josefo y la Mishná (Middoth, I, 4) era un regalo de Nicanor, un rico judío de Alejandría. Esta era la Thoura oraia, la porta speciosa (Hechos, 3, 2) donde San Pedro curó al hombre lisiado de nacimiento. Era de cincuenta codos de alto y cuarenta de ancho, y sus puertas de bronce corintio, labradas y cubiertas con planchas de oro y plata, eran tan pesadas que se precisaban veinte hombres para moverla. Josefo añade entre los signos premonitorios de la destrucción del Templo que esta puerta se abrió por sí sola a medianoche hacia el año 30 después de Cristo (Bell. Jud., VI, V, 3).

Desde la Puerta de Nicanor una escalera semicircular de quince escalones descendía al patio de las mujeres, rodeada por una galería al norte, este y sur. Aquí se admitía a las mujeres y se les reservaba sitios al norte y al sur, pero los hombres también frecuentaban este patio y habitualmente lo cruzaban cuando iban al Templo. Aquí había bancos, pues estaba permitido sentarse (cf. Marcos, 12, 41).

A los lados probablemente de la Puerta de Nicanor había trece cajas, con una inscripción que indicaba la finalidad especial de cada una: aceite, madera, vestidos sacerdotales, palomas, etc. Aquí vio Cristo a los ricos y a la pobre viuda depositar sus ofrendas (Lucas, 21, 1). En las cuatro esquinas había cuatro cámaras sin techo, de cuarenta codos en cuadro. Según el Talmud la cámara del noroeste era donde los impuros y leprosos, que se habían curado, se bañaban y eran declarados limpios por los sacerdotes.

En la cámara del noreste los sacerdotes clasificaban la madera; en la del sudoeste se conservaba en bodegas el aceite y el vino; en la del sudeste los que habían cumplido el voto de los Nazaritas afeitaban sus cabezas (Cf. Números, 6, 13 y ss; Hechos, 18, 18). En estas cámaras también estaba permitido lavar, cocinar, etc. Según Middoth, II, 5, había también en este patio cuatro habitaciones donde se alojaban ciertas mujeres.

Resultado de imagen de templo de herodesTres lados del patio interior estaban rodeados por edificios de cuarenta codos de ancho, separados por nueve puertas en forma de torres, cuatro al norte y cuatro al sur, de las cuales sólo dos se abrían al patio de las mujeres, con la puerta oriental. Estas puertas o más bien suntuosos pórticos, eran de 40 codos de alto, ancho y largo.

Una amplia barra dividía la entrada en dos huecos de diez codos de ancho y veinte de alto cada una con hojas de madera recubiertas de planchas de oro y plata. El vestíbulo era de treinta codos por lado y sus seis arcos estaban soportados por dos pilares de doce codos de circunferencia.

A los lados del patio de Israel cinco peldaños conducían al pórtico cuyo vestíbulo estaba provisto de manera similar de diez peldaños o una rampa. Aún había tres puertas dentro del haram esh sherif, la Puerta Dorada, la doble puerta y la triple puerta, construidas según el mismo plan. Entre estas puertas había una serie de cámaras dedicadas a diversos usos.

Al oeste de la segunda puerta del sur estaba el lishkat gazit, sala del Sanedrín (Middoth, II, 5), con una cámara para la instrucción del pueblo, y en el patio de las mujeres estaba el gazophylakion, sala del tesoro (Ant. Jud., XIX, VI, 1). Este vasto edificio descansaba en unos cimientos con un saliente de diez codos formando un deambulatorio, al que se accedía por una escalera de doce o catorce peldaños. Ésta era el het, estaba rodeada por un parapeto de piedra llamado soreg y enfrente de las nueve puertas había pilares con inscripciones en griego y latín notificando a los visitantes que estaba prohibido bajo pena de muerte a los no-judíos acercarse más al Templo. Hace algunos años se encontró en las cercanías del haram esh sherif uno de los pilares con una inscripción griega.

El resto de la vasta plataforma formaba el patio exterior de los gentiles. Estaba pavimentado con amplias losas y rodeado por todos lados por una doble galería formada por dos filas de columnas de veinticinco codos de alto. La que miraba al valle del Cedrón era llamada “Puerta de Salomón” (cf. 1 Crónicas, 9, 18). Seguramente era anterior a Herodes, y Josefo data su origen del mismo Salomón.

Relata que en el año 62 o 64 después de Cristo los 18.000 trabajadores empleados todavía en el adorno del Templo empezaron a no tener trabajo y pidieron demoler la Puerta de Salomón; pero ésta, aunque antigua, era tan hermosa y el coste de reemplazarla habría sido tan grande que el rey Agripa II decidió conservarla y emplear a los trabajadores en pavimentar las calles de la ciudad (Ant. Jud., XX, IX, 7). Tanto si data de los reyes de Judá o sólo de Zorobabel es suficiente para dar una idea de la magnificencia de los dos primeros templos de Jerusalén. En las esquinas de estas galerías había cámaras (pastophoria) para los guardias.

Por el lado de la ciudad la entrada se hacía a través de varias puertas de incomparable belleza, cuatro al oeste de la explanada, dos al sur, una al este y una al norte. En un terraplén inferior en el centro, Herodes erigió la basílica real, un edificio suntuoso dividido en tres naves por cuatro hileras de cuarenta y una columnas corintias. Cada columna era de más de cinco pies de diámetro. Al norte de la explanada construyó dos vastos patios rodeados de puertas que se extendían hasta la escarpadura de la roca de Baris. Estos patios se comunicaban con la Antonia sólo mediante dos escaleras (cf. Hechos, 21, 35).

sábado, 1 de septiembre de 2018

Templo de Herodes II

Imagen relacionadaEl Patio de los Sacerdotes formaba un rectángulo de ciento ochenta y siete codos de este a oeste y ciento treinta y siete codos de norte a sur [Middoth, II, 6 (fig. 3)]. Al oeste estaba la casa de Jehová y al este el altar de los holocaustos. Se subía al santuario por una escalera de doce peldaños, que terminaba en un majestuoso pórtico de cien codos de alto y de igual anchura.

Una puerta sin hojas de veinte codos de ancho y cuarenta de alto conducía a un vestíbulo de once codos de ancho. Según la Mishná esta entrada estaba flanqueada por dos pilares de forma cuadrada formado cada uno por diez cubos que medían cuatro codos de lado. Sobre estos dos pilares descansaba una especie de cornisa formada por cinco vigas de roble, separadas una de otra por piedras cuadradas colocadas en línea con los pilares. Era una reproducción de los arcos triunfales entonces tan comunes en Oriente.

Sobre el inmenso enrejado o verja se extendía una viña de oro, cuyos racimos, según Josefo, eran de la altura de un hombre. Añade que se extendía veinticinco codos de norte a sur y que su altura era de setenta codos sobre el suelo. Tácito (Ann., V, v) también habla de esta viña. Por encima de ella Herodes colocó una colosal águila dorada, el águila romana, lo que disgustó mucho a los judíos (Ant. Jud., XVII, VI, 2-4). El hekal y el debir mantenían sus antiguas dimensiones en longitud y anchura, pero su altura fue aumentada a sesenta codos.

Una puerta de diez codos de ancho y veinte de alto daba acceso al Santo. Las hojas de la puerta eran de madera labrada cubierta con láminas de oro, y la puerta fue además embellecida con una magnífica cortina de lino de tinte babilonio. La cámara ricamente decorada contenía el altar de los perfumes ante la entrada al debir, al norte de la mesa de la proposición y al sur del candelabro de los siete brazos. No estaba tan bien iluminada o aireada como la de Salomón. Solos los sacerdotes entraban en este patio para ofrecer incienso cada noche y cada mañana, para arreglar las lámparas, y para cambiar el sábado los panes de la proposición. Fue junto al altar del incienso donde se apareció el ángel a Zacarías (Lucas, 1, 11).

Resultado de imagen de templo de herodesLa entrada al debir no tenía puertas sino que, como antiguamente, estaba resguardada por una costosa cortina. Según la Mishná (Yoma, V, 1), ningún tabique separaba el hekal del debir, estando éste separado por dos velos colgados a la distancia de un codo uno de otro; pero Josefo distingue entre las dos cámaras dando las dimensiones de cada una. Además, habla sólo de un velo a la entrada del debir, lo que debe significar una puerta. Aún más, la ausencia de separación habría hecho necesaria una cortina de sesenta codos de larga por veinte de ancha, que nunca habría sellado herméticamente el Santo de los Santos.

La afirmación de los rabinos sobre este punto está sujeta a sospecha. No podían ignorar que según los Evangelios (Mateo, 27, 51; Marcos, 15, 38; Lucas, 23, 45), cuando Cristo murió en la cruz el velo del templo se rasgó de arriba abajo. El debir estaba vacío. Sólo el sumo sacerdote entraba en él una vez al año.

Encima del debir y del hekal había un piso de cuarenta codos de alto, de forma que todo el edificio era de la misma altura que el pórtico. A los lados norte, sur y oeste había un edifico dividido en tres pisos, cada uno de veinte codos de alto. El piso bajo y el primer piso tenían trece habitaciones de seis codos de ancho cada una y el piso superior doce. Una puerta se abría al norte desde el vestíbulo a una escalera de caracol de tres codos de diámetro situada en la esquina que formaba el muro de la casa y el saliente del pórtico. Los dos muros que formaban la caja de la escalera eran de cinco codos de espesor. En la esquina frente al sur había una caja similar que estaba pensada para facilitar la salida del agua. La anchura total de la casa, incluyendo las habitaciones laterales, era de cincuenta y cuatro codos y junto al pórtico de setenta codos, y su longitud total, incluyendo el pórtico, era de ciento seis codos, concediendo seis codos de espesor para los muros. La base era diez codos más ancha que las dimensiones dadas arriba.

Veintidós codos al este de la casa estaba el altar de los holocaustos, construido de piedra sin labrar. Los rabinos hablan de un altar de tres pisos, de diez codos de alto y treinta y dos codos a lo largo de los lados de la base y veinticuatro en el centro (Maimónides, "Beth Haberasch", II, 16). Las cifras de Josefo, cincuenta codos a los lados por quince de alto, son obviamente incorrectas. Al norte del altar cuatro filas de argollas estaban fijas al suelo y se usaban cuando se sacrificaba a los animales. A continuación venían ocho mesas de mármol para cortar y lavar la carne de las víctimas, y por encima había ocho columnas con garfios para colgar y desollar a los animales (Middoth III, 5-V, II; Talmud, Shek, VI, 4). Se admitía a los laicos en este patios sólo cuando ofrecían un sacrificio, pues tenían que colocar sus manos en la cabeza de las víctimas. Los cuatro lados del patio estaban rodeados por un parapeto de piedras de un pie y medio de alto.

sábado, 25 de agosto de 2018

Templo de Herodes I

Resultado de imagen de templo de herodesHerodes emprendió la restauración del Templo en su esplendor original y con sus disposiciones tradicionales. Los edificios se demolieron uno tras otro conforme estaban disponibles los materiales para las nuevas estructuras.

Una multitud de sacerdotes se convirtió en albañiles y carpinteros y tomó a su cargo el derribo y reconstrucción del santuario, tarea que fue llevada a cabo en dieciocho meses. Casi 10.000 trabajadores fueron empleados en los otros edificios. Tras ocho años de trabajo (10 antes de Cristo) el nuevo edificio se abrió al culto.

Pero este monumento, que rivalizaba en sus vastas proporciones y magnificencia con las más bellos construcciones de la antigüedad y que sobrepasaba mucho incluso al de Salomón, sólo se acabó en el 62 o 64 después de Cristo (Cf. Juan, 2, 20), estando en esa época aún empleados 18.000 trabajadores (Ant. Jud., XX, IX, 7). Pues Herodes duplicó la plataforma artificial que tenía el Templo de Zorobabel, ampliando los recintos sagrados hacia el sur y especialmente hacia el norte donde las galerías llegaban hasta la roca de Baris y la Antonia (Ant. Jud., XV, xi, 3; Bell. Jud., I, XXI, 1; V, v, 2).

El Templo con sus patios, galerías y pórticos ocupaba todo el emplazamiento actual del haram esh sherif, que mide 1.070 pies por el norte, 1.540 por el este, 920 por el sur y 1.630 por el oeste. El Templo de Herodes constaba de dos patios, uno interior y otro exterior. El primero incluía todos los edificios del Templo propiamente dicho y se dividía en: (1) El Patio de los Sacerdotes, que contenía la casa de Dios y el altar de los holocaustos; (2) el Patio de Israel; y (3) el Patio de las Mujeres. Todo el espacio entre el patio interior y el muro exterior de la plataforma se llamaba Patio de los Gentiles, porque se permitía entrar en él a los no-judíos.

sábado, 18 de agosto de 2018

Templo de Zorobabel

Resultado de imagen de templo de zorobabelEn 537 Sasabasar, nombrado gobernador de Jerusalén por Ciro, rey de Persia, y Zorobabel, un descendiente del Rey Joaquín, volvieron de la cautividad con un vasto número de judíos, provistos de autoridad para reconstruir el Templo de Jerusalén. En el séptimo mes después de su vuelta, el altar de los holocaustos de piedra sin labrar se había colocado sobre los fundamentos del anterior. En el segundo mes del segundo año pusieron la primera piedra del nuevo Templo. Pero la obra se vio dificultada e incluso suspendida por la hostilidad y conspiraciones de los Samaritanos, y el Templo no se acabó hasta 516 (Esdras, 3, 6).

El Templo de Zorobabel era de sesenta codos de ancho y lo mismo de alto (Esdras, 6, 3), siendo éstas las dimensiones interiores. Josefo nos dice (Ant. Jud., XV, xi, 1) que ésta era realmente su altura, pues Herodes recordó al pueblo que la altura del segundo Templo era de sesenta codos menos que la del primero, al ser el Templo de Salomón de ciento veinte codos de alto, según 2 Crónicas, 3, 1. Es difícil decir si la anchura de sesenta codos atribuida al Templo por el decreto de Ciro era en números redondos, o si las cifras se refieren al codo más pequeño entonces en uso, pero importa poco, pues si la anchura fuera realmente sesenta codos reales sólo significaría que las cámaras laterales se habrían ampliado cinco codos por cada lado. El Santo y el Santo de los Santos mantuvieron en el Templo de Zorobabel las dimensiones que tenían en el de Salomón, y permanecieron iguales en el tercer Templo.

Imagen relacionadaSabemos por Esdras (3, 12) y por Ageo (2, 3) que el Templo de Zorobabel era muy inferior al de Salomón. La pobreza del nuevo Templo consistía principalmente en la escasez de su mobiliario. El Arca de la Alianza no había sido recuperada y el debir estaba vacío, pero como era la morada de Dios en la tierra la entrada se ocultó una vez más con un costoso velo. En el Santo había un nuevo altar del incienso y una mesa para los panes de la proposición, pero sólo había un candelabro de siete brazos. Una vez más se acumularon los tesoros, y todo el mobiliario era de nuevo de oro o recubierto con planchas de oro, incluidas las paredes.

En 168 antes de Cristo los metales preciosos que adornaban el Templo suscitaron la codicia de Antíoco Epífanes, quien “se llevó el altar de oro, el candelabro de la luz, y todos los recipientes, la mesa de la proposición, y los vasos de las libaciones, y los frascos, y los pequeños morteros de oro, y el velo, y las coronas, y el adorno dorado que estaba delante del templo, y los rompió todos en pedazos” (1 Macabeos, 1, 23). Judas Macabeo se apresuró a dotar la casa de Dios con nuevo mobiliario.

La mesa de la proposición escapó a la destrucción del Templo por Tito y con otros utensilios sagrados figuró en la procesión triunfal del conquistador en Roma (Bell. Jud., VII, v, 4-6) El patio interior tenía la misma circunferencia que la del primer Templo (Esdras, 6, 4), y según Hecateo, citado por Josefo, el altar de los holocaustos tenía las mismas dimensiones que el de Salomón. La Mishná (Middoth, III,VI) menciona un recipiente móvil sobre ruedas. Josefo (Ant. Jud., XI, IV, 7) relata que Zorobabel había erigido varios pórticos con vestíbulos dentro de los recintos interiores del templo y en 1 Mac., 4, 38,57, hay mención de las cámaras construidas en el patio interior.

Durante las heroicas guerras de los Macabeos con los sirios el Templo tuvo que sufrir muchas vicisitudes. Los muros con sus grandes torres construidas por Judas Macabeo para la protección del Templo (1 Macabeos, 4, 60) fueron destruidos por Antíoco Eupator (1 Macabeos, 6, 62), pero Jonatán y Simón los reconstruyeron enseguida (Ant. Jud., XIII, 5, 11). En el 63 antes de Cristo Pompeyo, tras tomar la ciudad, puso sitio al Templo, para quebrar la última resistencia de los judíos (Ant. Jud., XIV, IV, 4), y nueve años después el procurador Craso lo despojó de sus riquezas (Ant. Jud., XIV, VII,1). Finalmente Herodes, hecho rey de los judíos por el Senado, se vio obligado a tomar la ciudad por asalto y a asediar la fortaleza del Templo (Ant. Jud., XVI, XVI, 2 y s.).

sábado, 11 de agosto de 2018

El templo de Salomón III

Resultado de imagen de templo de salomónDebe tenerse en cuenta que todo el edificio se construyó con hermosa piedra caliza roja y blanca del país, que podía pulirse como el mármol. No podemos creer que un monumento tan suntuoso se construyera sobre la tierra sin cimientos. Además Ezequiel nos dice (12, 8) que descansaba sobre un cimiento de seis codos de alto, que formaba alrededor de él un margen de cinco codos de ancho.

Se accedía al pórtico por una escalera de diez peldaños [Ezequiel, 40, 49 (9)], lo que en la época antigua era siempre más bien alto. En la parte alta de la escalera sobre los cimientos había dos pilares de metal fundido cada uno de dieciocho codos de alto y doce de circunferencia (1 Reyes, 7, 15). Los pilares eran huecos, pero el metal era de cuatro dedos de espesor (Jeremías, 52, 21). Los capiteles que los coronaban eran de cinco codos de alto, y sus partes superiores estaban modeladas en forma de lirios. Estaban ricamente adornadas con redes, guirnaldas, granadas, follaje, etc., pero pese a los detalles proporcionados por la Biblia (1 Reyes, 7, 16-19; 2 Crónicas, 3, 13-17), es muy difícil reconstruirlos en su verdadera forma.

El pilar que estaba a la derecha de la puerta del pórtico se llamaba Jachin, “Él fundará”, y el de la izquierda Booz, “en fortaleza”. No hay mención en el texto de basa o pedestal, pero alguna clase de basamento no habría estado fuera de lugar. Pese a su forma rechoncha estos magníficos pilares recuerdan a los obeliscos ante los pilones de los templos egipcios
Resultado de imagen de templo de salomón

En el hekal, ante la puerta del debir estaba el altar del incienso, un mueble rectangular de madera de cedro, cada lado del cual medía un codo de ancho y dos codos de alto. La madera estaba completamente cubierta de láminas de oro (1 Reyes, 6, 20,22; 7, 48; 1 Crónicas, 28, 18; 2 Crónicas, 4, 19).

En el lado norte estaba la mesa en la que se ponían los panes de la proposición cada Sábado. 1 Reyes, 7, 48, habla de sólo una mesa de oro para estos panes sagrados, mientras que 1 Crónicas, 28, 16 y 2 Crónicas 4, 19 mencionan varias, pero el texto ha sido mutilado por el copista, pues en otras partes (2 Crónicas, 13, 11 y 29, 18) hay similar mención de sólo una. Las diez mesas de 2 Crónicas 4, 8 eran las que tenían los candelabros.

A cada lado de los patios norte y sur había cinco candelabros de oro puro adornados con flores que sostenían lámparas de aceite doradas, probablemente en número de siete. Las despabiladeras, cuencos, cuchillos, morteros, copas, incensarios y otros recipientes eran igualmente todos de oro puro (1 Reyes, 7, 48-50; 2 Crónicas 4, 8-9; 21-22).

El arca de la alianza hecha por Moisés en el desierto, con sus varales, estaba en el debir (1 Reyes, 8, 6). Contenía un recipiente de oro que tenía maná, la vara de Aarón y las dos tablas de la Ley (Hebreos, 9, 4). En los extremos del Arca había dos querubines con las alas extendidas de diez codos de alto, labrados en madera de acebuche y recubiertos de oro. Las alas interiores se juntaban por encima del asiento de la misericordia o cobertura del Arca y las alas exteriores tocaban las paredes.

A los lados norte, sur y oeste del edificio había un patio de unos veinte codos de ancho que se extendía frente a la casa a una distancia de cien codos por cada lado (Ezequiel, 40, 47). Este era el “patio interior” (1 Reyes, 6, 36), también llamado “patio de los sacerdotes” (2 Crónicas 4, 9), porque sólo ellos entraban en él, y sólo se admitía a los laicos en circunstancias excepcionales (cf. 2 Reyes, 12, 12; Jeremías, 35 1 y s. y 36) (10). Estaba rodeado por un muro de tres filas de piedras pulimentadas y una fila de vigas de cedro (1 Reyes, 6, 36), probablemente colocadas de canto en forma de barandilla.

El patio estaba pavimentado con losas de piedra (2 Crónicas, 7, 3) y se entraba en él por tres puertas en los lados norte, sur y este (Jeremías, 38, 14; 52, 24; Ezequiel, 40, 28,32,35), la última era llamada la “puerta del rey” (1 Crónicas, 9, 18). En este patio frente a la entrada del pórtico y a una distancia de veintidós codos estaba el altar de bronce de los holocaustos (1 Reyes 8, 64), que era de veinte codos de largo y ancho y diez codos de alto (2 Crónicas, 4, 1). La subida al mismo se hacía por una rampa que daba al este.

Según Ez., 43, 13 y s., el altar consistía en una base cuadrada que medía veinte codos por lado y un codo de alto, con una zanja alrededor del borde; sobre la base había una ancha sección de dieciocho codos por lado y dos de alto, encima de la cual había una segunda sección de dieciséis codos por lado y cuatro de alto. Finalmente venía el harel, “montaña de Dios”, que medía catorce codos por lado y dos de alto. La parte superior del altar consistía en el ariel, “corazón de Dios”, que tenía en cada esquina un cuerno de un codo de alto, y en una sección de un codo de alto rematada por una corona.

Entre el Templo y el altar, pero algo más hacia el sur, estaba el famoso “mar de bronce fundido”, un recipiente “todo redondo”, de altura de cinco codos y diámetro de diez codos. El borde exterior, que era del espesor de una mano (cuatro dedos) estaba adornado con calabazas. Tenía una capacidad de 2.000 bates (1 Reyes 7, 23-26). (La capacidad debe haber sido duplicada por el copista, pues un bate equivale a 36,4 litros; pero el diámetro interior del recipiente en vez de permitir una capacidad de 72.800 litros apenas permite 36.000). El mar de bronce descansaba sobre doce bueyes, igualmente de bronce, que estaban en cuatro grupos, enfrentando los cuatro puntos cardinales. Este magnífico recipiente se utilizaba por los sacerdotes para lavar sus manos y pies a las horas del sacrificio. Junto a cada una de las alas derecha e izquierda del Templo había dispuestos cinco recipientes de bronce móviles.

Sobre cuatro ruedas de un codo y medio de diámetro había una basa de cuatro codos de ancho y largo y tres de alto; los bordes estaban decorados con figuras de bueyes, leones y querubines. Sobre este vehículo se fijaba un cilindro de un codo y medio de diámetro y un codo de alto, sobre el que se colocaba un recipiente amplio de cuatro codos de diámetro con forma de plato alargado. Cuatro asas sujetas a las cuatro esquinas de la basa sostenían el recipiente (1 Reyes, 7, 27-39). Estos recipientes móviles, cada uno de los cuales tenía una capacidad de cuarenta bates, se utilizaban principalmente para lavar la carne de las víctimas. Recientemente se ha descubierto en Larnaca, Chipre, un recipiente fenicio de bronce que se corresponde en los más mínimos detalles con el descrito en la Biblia.

El patio interior (1 Reyes, 6, 36), también llamado “patio superior” (Jeremías, 36, 10), implica la existencia de un patio exterior e inferior, y el patio de los sacerdotes (2 Crónicas 4, 9) supone otro para laicos. Hay aún mención de otro en la época de Josafat (2 Crónicas, 20, 5), pero tenemos muy poca información interesante relativa a estos patios que deben haber sido completados y adornados por los sucesores de Salomón. Se afirma, por ejemplo, que Joatham “construyó la puerta más alta de la casa del Señor” (2 Reyes, 15, 35), que se refiere a una nueva puerta, probablemente al norte de un patio.

Por otro lado Acaz reemplazó el altar del holocausto por otro, cuyo modelo había visto en Damasco. También quitó los doce bueyes de bronce y las basas grabadas de los diez recipientes móviles y cambió la puerta del Sábado y la entrada exterior para el rey (2 Reyes, 16, 10-18). Ezequías vació el tesoro del Templo y se llevó las planchas de oro y plata con que él mismo había cubierto las puertas y dinteles, y las dio para comprar la paz con Senaquerib (2 Reyes, 18, 15-16). Manasés profanó el Templo de Jehová por el culto a los ídolos (2 Reyes, 21, 4). Al final el monumento de Salomón, más célebre en la antigüedad por su esplendor que por su tamaño, fue reducido a cenizas por Nabucodonosor en 586.